domingo, 2 de noviembre de 2008

EL PROBLEMA DE LA DROGA
George Perdomo/Escritor.

Si viaja por los rincones de América Latina podrá encontrar un sinnúmero de factores reales, donde se hace evidente que la necesidad del cultivo de coca y marihuana se asienta en la gran mayoría de los casos de que es el medio de vida de los campesinos, en los precios que reciben por sus cosechas legales, en el desempleo que conduce a miles de personas a emigrar hacia el campo en busca del trabajo agrícola ilegal.
Se hace imposible comprender el problema de la droga si se deja de lado un cúmulo de factores de índole psico-social engendrada en la sociedad industrializada, tales como el consumismo, la enajenación, el stress, la moral etc.
Producción y consumo no son el resultado del narcotráfico, es realmente a la inversa porque sólo podría desarrollarse un sistema de de comercialización interna ilícita sobre la base de un mercado preexisten, ya que los campesinos jamás hubieran podido incrementar la producción tradicional sin la presión financiera de la demanda.
Los Estados Unidos y los países consumistas deberían mirar entonces más para dentro que preocuparse por lo que suceda fuera de sus fronteras, educando y concientizando a sus gentes del perjuicio que según crean que origina el consumo de determinada droga.
Si hacemos un simple análisis de lo que sucede nos daremos cuenta que si no existiera la demanda de los países llamados ricos con sus dineros frescos y mareantes, presentados hacia un humilde hombre campesino Latinoamericano la siembra y cultivo de la hoja de coca y marihuana se reduciría ostensiblemente.
Pero el problema no radica allí ni mucho menos, el problema es en realidad otro.
Con el pretexto del tráfico de drogas Estados Unidos envió sus tropas e invadió territorio Boliviano.
Luego vino la invasión a Panamá y todo quedó en claro, si para capturar a un acusado de narcotráfico es necesario que el ejército de la primera potencia mundial invada a un minúsculo Estado independiente, enviando 20.000 soldados, tanques, cañones y hasta aviones invisibles causando centenares de muertes entre la población civil, se vuelve conveniente renunciar al argumento de que la droga sudamericana lleva violencia a los Estados Unidos. Más bien parece que la violencia se incuba en los Estados Unidos y crece con un cierto gusto por la emigración hacia el Sur.
Estados Unidos sin que nadie lo nombre se ha autoproclamado abanderado de la lucha por la moral en el mundo entero, y todo lo relacionado con la droga proveniente de Sudamérica es inmoral.
Producción, exportación, tráfico, distribución, venta y consumo.
De esta manera tiene controlado a todos los países de Latinoamérica, la opinión pública es objeto de fuertes presiones con el fin de que comparta esa visión de moral.
Pero ¿Qué es moral? La misma señora que condena el divorcio de la vecina de la derecha considera muy justificado el divorcio de la vecina de la izquierda, cuando alguien dice “nunca digas de esta agua no he de beber” no hace tanto por eludir el juzgar, sino para conservar su derecho de opinar ante cada hecho particular a favor o en contra del dogma moral fijo y generalizado.
Robar los dineros públicos es una cosa, y robarse una gallina para alimentar a su familia, es otra y “muy grave” El segundo ya puede prepararse para pasar una buena temporada en la cárcel, pero en cambio el primero como es el caso de muchos políticos sudamericanos que salen libres de culpa y cargo.
Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, Méjico, parecen competir en cuanto a la calidad de ejemplos de corrupción probada e impune, demostrada y no castigada, mientras que en los sistemas carcelarios que son sólo capaces de producir la degeneración de los internos se pudre de por vida aquel que robara la gallina o arrebatara una cartera a un transeúnte.
Los países desarrollados con Estados Unidos a la cabeza emplean todas sus fuerzas para combatir ciertas drogas y digo así como por ejemplo, Inglaterra abastece oficialmente a los adictos de opiáceos (morfina, heroína) desde la década del cincuenta, pero se oponen a la legalización de la cocaína, resulta contradictorio, si se tiene en cuenta que aquellos individuos son de una peligrosidad incomparablemente superior a la de los derivados de la coca.
Estados Unidos en la década de los sesenta ya producía ocho mil millones de tabletas de anfetaminas por año, este país donde el 20% de la totalidad de las recetas extendidas por los médicos se refiere a sedantes, barbitúricos, tranquilizantes o estimulantes.
Los científicos y las estadísticas nos muestran al alcohol como 40.000 veces más dañino que la coca, pero no hay controversia sobre esto como no lo hay con el carácter extremadamente nefasto de las anfetaminas, sin embargo, la actitud oficial estadounidense hacia el alcohol dista mucho de la que mantiene ante otros productos.
Ahora nos preguntamos ¿qué diferencia existe entre anfetamina y alcohol de la cocaína y la marihuana? Nos encontramos con una respuesta que las primeras drogas son producidas en Estados Unidos y los países desarrollados y la segunda droga es originaria principalmente de Latinoamérica.
El gobierno de los Estados Unidos carece de argumentos para mostrar a las drogas sudamericanas y en particular a la cocaína como una amenaza especial para la salud pública y si se queda no es en ningún caso porque los derivados de la hoja de coca no puedan ser señalados como dañinos, sino porque no hace nada por combatir ni la producción, ni la publicidad, ni el consumo de drogas mucho más perniciosas, difundidas y arraigadas en los hábitos de vida de su población.
Las drogas ilegales en Estados Unidos son responsables de 3.500 decesos anuales por sobredosis, mientras el alcohol y tabacos por citar dos de las suyas, son responsables de más del doble de muertes al año.
Debo indicar además que aún teniendo en cuenta que ciertas cantidades de cocaína son empleadas por las multinacionales para la fabricación de fármacos.

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